Esta es, sin excepción, la mejor experiencia gastronómica gourmet que hemos tenido en la isla. El ambiente, el servicio, la comida, la calidad y la creatividad superaron con creces nuestras expectativas y estuvieron a la altura de los mejores restaurantes de las grandes ciudades del mundo. Seleccionamos el menú del chef y nos preguntaron si preferíamos verduras, carne o pescado, una opción que no se ofrece en la mayoría de los menús de selección del chef de la isla. El personal fue atento y amable. Se prestó una atención perfecta al detalle. Los platos fueron creativos tanto en su preparación como en su presentación. Un punto culminante fue la tabla de quesos con 13 quesos únicos y deliciosos de todo el mundo. Nuestras felicitaciones al chef y al personal de servicio.
Biña es un lugar absolutamente excepcional, rivalizando con cualquier experiencia gastronómica de alta cocina que haya tenido en cualquier parte del mundo (continental), pero con un toque refrescante y sin pretensiones. El ambiente logra un equilibrio perfecto: sofisticado pero informal, refinado sin resultar recargado. Si bien la presentación de cada plato es innegablemente hermosa, lo que realmente destaca es la exaltación de los ingredientes. Cada bocado se siente intencional y cuidado, dejando que la comida hable por sí sola de la mejor manera posible. El servicio fue impecable. Todos los miembros del personal con los que interactuamos fueron cálidos, conocedores y genuinamente entusiasmados con la experiencia que estaban creando. Esa amabilidad marca la pauta de todo el restaurante: es acogedor, relajado y un placer estar allí. En cuanto a la relación calidad-precio, Biña cumple con creces. Por la calidad, la cantidad y la experiencia en general, el precio me pareció más que justo. 10/10: recomiendo encarecidamente cenar aquí. Ya sea que seas un amante de la gastronomía o simplemente alguien que busca una noche memorable, Biña es el tipo de lugar al que querrás volver una y otra vez.